Mea culpa

Mea culpa

El otro día viví una situación que no le deseo ni a mi peor enemigo.

Bueno, igual estoy exagerando un poco…ya me conoces, soy un poco dada a los dramatismos innecesarios para darle vidilla a las historias ?

Pero sí que es cierto que me llevé un zasca en toda regla, como los que da mi querido Berto Romero.

Y que me dolió lo más grande, porque me tocó mi orgullo y sobre todo mi lista de:

Cosas que critico y que yo nunca haría

Lo cual demuestra que nunca puedes decir «de esta agua no beberé», ni «este cura no es mi padre» porque luego te cae el escupitajo del cielo.

Te pongo en situación y te detallo la secuencia de los hechos acontecidos (como me gusta utilizar esa palabra, acontecidos, ¡qué riqueza del lenguaje por Dios!):

  • Bajo del autobús con móvil en una mano y paraguas en la otra, esperando que no llueva mucho para no tener que usarlo.
  • Descubro que, para mi desgracia, llueve lo suficiente para tener que abrirlo, así que lo hago y cruzo una calle.
  • Con la otra mano me pongo a mandar un audio respondiendo a los requerimientos de mis múltiples admiradores y fans… (Bueeeno, valeee, es mentira. Contesto a unos amigos, pero eso no significa que no tenga followers que demanden mi atención ???)
  • Me cruzo con varias personas y de repente una de ellas exclama en voz muy alta: “¡Que tú llevas paraguas, joder!”
  • Y es en ese momento cuando me doy cuenta y soy consciente de que me acabo de convertir en una de ESAS PERSONAS que, a pesar de llevar paraguas que les protege de la lluvia, VAN POR DEBAJO DE LOS TEJADILLOS como si la vida no fuera con ellos y estuvieran solos en este mundo.

Madreeeeeeeeeee, qué shock, qué golpe para mi orgullo, para mi dignidad, para mi mi mi ….Yo, que me he “jartado” de criticar ese comportamiento cuando me ha tocado ser la que no llevaba paraguas. Y voy y lo hago.

¿Qué le iba a decir a la pobre muchacha? Maleducada había sido, sí. Pero razón no le faltaba. Nada que objetar señoría.

Así que no me quedó otra que agachar las orejas y aceptar que soy humana, que cometo errores y que tampoco pasa nada. Que una cosa es entonar el mea culpa y otra flagelarse por algo que ya no tiene remedio, digo yo ¿no?

Que si nos ponemos tan exquisitos, yo diría que hasta el mismito Dios en su infinita sabiduría tendría sus fallos a la hora de acometer el proyecto de creación del mundo. Que ahí es nada, es normal que en algún momento se despistara y le saliera alguna cosilla un poco torcida. O algún personaje sin terminar de hacer. Y si no mira a Trump.

Y es que todo depende de cómo nos tomemos nuestros errores. Podemos culparnos eternamente y echar ese sentimiento a la mochila de cosas por las que sufrir innecesariamente.

O podemos aprender de ellos para no volver a cometerlos, para conocernos un poco más y para ir diseñando poco a poco una mejor versión de nosotros mismos.

¿Qué opción escoges tú?

(Una pista, si no quieres ser como Donald Trump, ¡elige la segunda!)

¡Feliz día, despeinad@! ?

PD: Si te apetece comentar algo ¡me encantará leerlo!

Últimos Posts

Escribe tu comentario